Comentas la palabra dulce,
la solución bendita
y luego todo lo que podamos decir.
No acostumbras a ser lo que eres
tampoco a disimular que lo sientes.
No, no acostumbras a ser la nada
y menos a ser el todo.
¿Qué más se podría decir?
Si aunque todo estuviese dicho
no habría oídos para oírlo.
jueves, 5 de marzo de 2009
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