sábado, 16 de octubre de 2010

3600.

El frío de los años
me enseñó a soportar la soledad
que contribuía al llanto
de aquellos que no saben ayudar.

Seguí el camino color rojo
calles obscuras
suelo sucio.

Imaginarse en vida era absorber
desde la nada, desde el cielo gris
calurosas vibras.

¡Qué soledad más inaudita!
Que brillante desolación
personas que al no saber vivir
se aprovechan de la situación
de un todos, ambos, todos.

Llegó a llorar mi madre
a desesperar a mi hermana
a no encontrarle fuerzas a mi padre
y a mí verme aferrada a la cama.

¿Cómo seguir cuando Dios parece no estar de tu parte?
Soñarle era hermoso, sonreír frágil
ante ojos que confusos lograban despertarte.

Siempre hubo un día más
en la misma historia
en el mismo rincón
acurrucando un adiós.

No hay comentarios: