miércoles, 23 de febrero de 2011

Anónimo.

Tú me haces sentir en casa.

Años atrás nos precipitamos a entender el cariño, quisimos formar bellas palabras en situaciones que no las necesitaban, pero nosotros estábamos allí; mirándonos. Te recuerdo igual que siempre, tal y cual te conocí hace dieciséis años. Las comparaciones no caben y el silencio se agranda junto a los kilómetros que tengo que aguantar.

Tú me haces sonreír más de lo debido, más de lo normal y consigues hacer hermoso mi mundo sin grandes aciertos. Te he tenido toda la vida y aún así no te toco, te he visto crecer a lo lejos y te he enseñado un poco de vida. Tú haces mi vida más entretenida e interesante y sé que el tiempo no es suficiente, pero el cariño acorta lo que la realidad no puede hacer. Y te quiero, te quiero tanto que extrañarte es cotidiano.

Cuando no encontré hogar tú me hiciste reír, ¿De qué otra manera tuve que comprender? Si existías tú y con eso bastaba, las estrellas fugaces se esfumaban y solo quedábamos los dos para compensar lo que el mundo hacía. Si me siento en casa a tu lado, ¿Por qué estás tan lejos?

Las despedidas se hacen eternas, el dolor no acongoja todo lo que viene después. Tu presencia lo hace todo sin siquiera estar. Venimos desde lejos a solo nombrarnos, a aplicar técnicas de cariño, a detestar el daño continuo, a morir juntos, a vivir unidos.

Te extraño, con eso lo digo todo. Tú haces mi vida un hogar, mi mundo un universo en el cuál vivir. Tu presencia hace mi mente más fuerte. Tú haces que nada necesite explicaciones; los momentos son y no son y la felicidad se hace continua a la monotonía de vivir sin el otro.

P.L

No hay comentarios: