jueves, 22 de marzo de 2012

Imagen.

Escogí un grado, una intensidad inocua, mal intencionada. 50 razones se apropiaron de mí, entre esas tu nombre flotaba sin necesidad de aire, ni de agua, de etcéteras.

Me entendiste una palabra, pronunciaste un error y me dibujé intensa en tu interior, algo cruda e indecente, poco señorita, así como me conoces. No hubo territorio, ni un poco de sequía y esa inundada mirada que tienes me observaba a los lejos, distante, cerca a mi otro yo.

Fue sólo una ignorancia, un espacio de tiempo perdido. Te busqué en mi imaginación un año, quizá más tiempo. Te busqué indirectamente diciendo tu nombre y no estabas, no sentías, no estabas. Acostumbrada al pesar de tu cuerpo, a la ilusión de tu alma ya no hubo teoría, no hubo desencanto, quedé atochada en tu incesante orgullo. Eran las cuatro de la tarde y no sabía donde vivías.

"Rayaste una sonrisa en mí" Te dije. No recuerdo haber pronunciado más palabras, no recuerdo siquiera haberte visto un día en mi cama. Hay tantos ayer, tantos hoy, no hay mañana. Quizá en ese mundo que construyo a tu lado no exista el espacio-tiempo. Sólo existimos los dos.

No hay comentarios: