miércoles, 24 de febrero de 2010

Lluvia de incienso.-

Con los ojos llenos de lágrimas
supe ver que la amargura
no era más que eso
tenía en sus manos el dolor
la emancipación de mi fervor.

Supe claramente que el término
llevaba conciso su estrés laboral
porque todo el tiempo estuve
tirando flores a un desierto gris
que no habité, que no supe ver.

Atraje el valor sentimental
a mi cuerpo, al vacío externo
que entre sentimientos logra
permanecer vivo a la espera
de todo lo que el mundo quiere ver
pero una, no quiere tener.

En la hebilla del sonido
no encuentro más que simples
mortales, nada más que lazos
forjados en medio de tempestades.

Si la vida quiso irse
el orgullo no me premia
avanzar no es gloria ni majestad
me quedé parada riendo
mostrando facetas que no me quedan.

Boté mis ganas
llené de reencuentros mi alma.
Gracias;
no sé que más decir
en esta lluvia de incienso.

3917.-

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