miércoles, 30 de marzo de 2011

Querida Vida:

Descubrí que el olvido merece tiempo, no cuerpos. Descubrí que el dolor es controlado por la razón y por aquellos entendimientos que no controlamos. El instinto suele ser inhumano, inhumado si es que tratamos de respetar leyes sociales. Descubrí que tiempo atrás amaba escuchar su voz y ahora, ahora no me gusta escuchar ni una palabra salida de su boca.

¿Cómo comienzo esto si se supone que había terminado? Las casualidades y los encuentros inoportunos. No necesito de sus pequeños comentarios, de sus caricias frágiles ni de su desalmada manera de amar. Yo no necesito, no le necesito.

Pero hay un querer de por medio y el querer hace todo complicado, me mete en asuntos en los que me desenvolví hace meses, pero ya no. Sentirme frágil no es filosofía pura, no mía. No me siento conforme viendo mi cuerpo desvanecerse cuando aparece su figura. No tolero estar viviendo solo porque existe su cuerpo y ¡No! Amar para mí nunca será lo que significa para el resto.

Con cursilerías yo no me entiendo. Y ya no hay que hacer, solo desaparecer.

Yo no caminé en su mismo camino, eso puedo asegurarlo, hice lo imposible por no quererlo y aquí estoy, parada, sentada, da igual... pero todas mis yo no logran fijar un punto, siguen dando vuelta en el mismo lugar y no hay nada, nada que me haga feliz de todo esto. Verle no hizo más que tenerme de rodillas otra vez tratando de pensar o de solucionar algo que no tiene solución.

Querida Vida el camino es largo, quizás corto, no lo sé, pero hay tiempos en que el recuerdo se hace vivo y la visibilidad es tan inconformista que necesita más. ¿Si yo digo alto, él terminará todo esto por mí? No hay un nosotros, el nosotros nunca existió y estamos otra vez bajo la misma pared: Siendo unos completos desconocidos.

La vida es un cuento largo, usted lo sabe bien. La de siempre y para siempre...

LiteraturaNegra

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