viernes, 27 de abril de 2012

Pausa inefable.


Te esperé más de la cuenta. Te siento en cada sensación externa que sufre mi cuerpo, empiezas mis palabras con las notas musicales de tu voz y terminas la ruta de mi silencio con la espera de tu lengua. Es tan fácil recordarte, me divierto en el circuito de tus recuerdos, esos que habitan en mi memoria, que me hablan a espalda tuya y vivo junto a ti cada situación por otro momento, por un segundo por lo menos.

Los defectos que aún mantengo y los haces tuyos como la entrada de mi cuerpo, y no comprendo si es el amor que nos tenemos o la confianza inaudita de querernos cerca, todo el tiempo, en alma pura.

De repente tengo el lujo de pensar un poco más, a distancias múltiples estás ahí mirándome, contemplando esa parte mía que no quise prestar ni por encargo, pero contigo es tan necesario que en palabras ambiguas todo llega al mismo punto. Quererte ya no es proceso.

Dejas que derrita mi simpatía y el acorde perfecto de temerte, el miedo no es encuentro y en cada situación que tengo y en que apareces recatado en mi memoria vuelvo al poder de hacerlo todo. Sentirme como nunca, apropiarme de mi nombre, ser yo en toda profundidad... respirar sin dificultad.

Disculpa si no puedo serlo todo, si en ese mar de escombros que llevo cargado no puedo simular un poco de luz. Me haces sentir propia en tu nombre y en esa dificultad de pronunciar la palabra amor entiendes cada una de mis fallas, esa inexperiencia de nunca haber tenido nada. En ese punto en que te distingo y me deleito con el sonido de tu voz encuentro el lugar perfecto para no sentirme perfecta.

No hay comentarios: