Ya no temo a tu pesadilla
ni a tu recuerdo abundante de soledad.
Agrupo cada una de nuestras coherencias
te agrupo bajo mis sábanas con sangre
bajo las heridas sin luz
y tú, allí, como siempre,
bailando sin direcciones, sin ritmo
sin ningún paso qué inventar.
Te adivino
y vuelves a penetrar en mí
vuelves a buscar el botón de empuje
vuelves, vuelves, vuelves
a recordarme que sin ti,
que sin ello, que sin eso
hay un espacio de vientre sin calor
hay una teoría sin avance sin muestras
y tú, allí, imitando mi dolor
buscando...
Ya no temo a la risa forzada
ni a tu sonrisa voluntaria.
¡Cómo me partes
cómo te vas
cómo te alejo
cómo me admiras
cómo derramo
esa poca angustia
ese sentido de elocuencia
esa maldita presencia
cómo me partes!
Sin un palabra
sin el llanto esclavo, sin la marca de dolor
sin el jugo de tus alas
sin el freno de voluntades
sin ti, sin mí, sin ninguno de los dos
¿Cómo obstruyo el silencio?
Nieva tras de mí
bajo la mancha, bajo los cabellos
clavo la más grande de mis estacas
te siento gritando, te siento ausente
ausente como siempre
ausente como verdad
te opacas, te opacas, te opacas,
te opaco en el puente sin luz.
Y si vez como sangro
bendice mi cuerpo
maltrata tu interior
sin culpas
todo
sin culpas.
lunes, 26 de noviembre de 2012
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