jueves, 8 de noviembre de 2012

A palabras cuerdas.

He recorrido los laberintos más recónditos de mis adentros buscando en ellos el escondite perfecto, quiero abstraerme de la luz y continuar distante de la sociedad, quiero dejar de pertenecer... Huir.

Intentar dejar de recordar, borrar los recuerdos para dejarte ir con todo el dolor que me ocasionas... Y es que no eres sólo tú y tu mediocre distancia, soy yo y mis putas ganas de no seguir, mis recuerdos tergiversados y esa irrealidad que construí para que no me destruyeras... Lo hiciste igual, sin piedad, sin un poco de remordimiento.

Y estoy tan cansada de tu figura, que ni en las benditas metáforas que me acompañaban logro quitarme tu melancolía, soy el suelo y la mierda que pisoteas a diario. Estoy tratando de quitarte, de abandonar tu cuerpo perdido y continuar con este cuerpo que no me agrada, pero mientras más lloro, mientras más te recuerdo... Más te extraño.

Quiero tener la valentía de odiarte, tener el dolor ensimismado y el orgullo a flor de piel, quiero encontrarme con tu silueta para golpear cada una de tus palabras y confesarte que te creí todo sin razón alguna... Porque tú estás allí viéndome morir y no te importa, y lo que es peor... Ves como me suicido a diario y no haces nada por detenerlo. 

Porque ese amor que me confesabas se perdió con tu distancia, se perdió con tu armonía de amar sin reglas, con esos besos que le das a otra. Y mientras yo difiero conmigo misma y me contradigo, y me pierdo, y me vuelvo a construir para los demás, y no puedo seguir, y no puedo volver... Tú quieres entenderme, quieres estar ahí, pero ¿Qué sentido tiene?

¿Qué quieres que diga? Si mientras tú sonríes, yo sigo mirando ese corazón que te pertenecía. 

No hay comentarios: