viernes, 2 de noviembre de 2012

Son las cuatro.

Me gustaría decir que en tu cuarto año está todo bien, pero no es así. Te dejé en medio de la nada porque no quería encontrarme con su silueta, pero volví a ti como siempre, a mi fiel refugio. Eres la más grande de mis posesiones, y quizá la mejor de mis escapatorias. Porque tú significas todo lo que amo y detesto a la vez, porque en ti he puesto mi alma. Escribir bonito... no sé qué haría sin ti. 

Son cuatro años en que me ves caer en la invención constante de mis precipicios, desde que me observas construir situaciones equívocas para buscar razón en la falta de elocuencia. Significas tanto, que después de todo eres lo único que me queda, lo único realmente mío y no sé en qué momento ni cómo empezaste a ser la mejor de mis locuras. Hoy son cuatro, y seguimos creciendo en esta irrealidad de conservarnos como la única ideología de vivir.

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