sábado, 10 de julio de 2010

Amada ilusión.-

- ¡Qué alegría verte por aquí de nuevo! - Le dije con una mueca disimulando gratitud; ambos sabíamos que la ironía se apoderaba de mí, ambos sabíamos todo y aún así nada.
- ¿Ah sí? - Me dijo, mostrando sorpresa en su rostro. Le creí, por una milésima de segundo; le creí.

Hacia dónde sea que vayas llévame contigo dijimos años atrás. ¿Ahora? Ahora el reencuentro incómodo mata la pasión que en algún momento debió haber existido. Hacia dónde sea que vayas por favor llévame... Grité en aquél final.

Tragé saliva y luego dije:
- ¿A dónde te habías ido? - Hice la conversación tan absurda y tan monótana que me sorprendió mi poca fluidez.
- Seguí acá, ocultándome. - Noté nostalgia, noté todo. Le creí, después de tanto tiempo; le creí.
- ¿De qué? - Dije tiritando mi boca, tiritando mi cuerpo. Aquellos nervios que no he querido controlar.
- Tú sabes de qué - Y he allí la respuesta que ya sabía, la respuesta que en mi mente saboreaba a diario; he allí la única razón de mi nostalgia, de su nostalgia, de una nostalgia humana.

Hacia dónde sea que vayas llévame contigo... A dónde sea que quieras ir no me dejes de nuevo aquí, con un brazo quebrado y el otro asujetando mi corazón.

No hay comentarios: