martes, 31 de enero de 2012

Podría apodarte de mil maneras.

- Y aún así no sabría cómo llamarte -

Las personas viven etiquetando cosas, poniendo nombres a la simpleza. Es divertido escuchar como el amor se refleja solo en la pareja, en esa persona "especial", cuando lo realmente especial lo puedes encontrar, incluso, en aquellas personas que no serán el amor de tu vida, pero sí esa incondicionalidad hermosa de estar toda la vida contigo.

Pensar que llevamos aproximadamente cuatro años conociéndonos, soportando muchas veces la ironía del otro y riéndonos de esas cosas que sólo nosotros entendemos.

Es impresionante como conoces tanto de mí, a tal punto de no decir las cosas y tú saberlas igual, al punto en que sabes lo que pienso y en que aceptas y vives con cada defecto que tengo. Esa cualidad tuya de estar a mi lado independiente de mi carácter, mis celos, mis mañas y errores. Porque esa incondicionalidad infinita que llevé buscando años la encontré sonriéndote, siendo esa loca que tanto quieres, tú siendo ese loco que tanto amo... Siendo esos locos que tanto admiramos.

Podría apodarte de mil maneras y aún así, no sabría como llamarte, porque en esa infinita suma de virtudes aún no encuentro la más tuya, la más única. Porque te siento en cada cosa que hacemos, en cada broma que reímos, en cada travesura que tapamos.

Porque sí, no eres mi alma gemela, no eres el amor de mi vida... Eres algo completamente distinto y mejor, eres quien me soporta y quiere como soy, aquel que a través de todo ha seguido a mi lado, aquel que se lleva la mejor de mis palabras. Al fin y al cabo eres todo lo que jamás quise, lo que jamás esperé, lo que jamás creí merecer.

Y en esa tierra injusta llena de materias que cambiar sabemos ser el complemento justo, las miradas distintas y las filosofías marcadas. Tú eres un regalo sin cambio, mi mundo contrario, la simple y sincera felicidad, la consecuencia personificada, mi compañía distante... La mejor de mis amistades.

No hay comentarios: