domingo, 27 de mayo de 2012

Puente.


y como pasa el tiempo, como los días pasan a ser años, como los silencios se convierten en el crudo recuerdo de haber tenido algo. Sí, me estoy perdiendo en el umbral de mis temores, en la disyuntiva de mi filosofía, me pierdo sin razón alguna... Es necesario, a tiempos.

Hubo felicidad, hubo desorden. En la emoción perdí mis brazos, y mis hombros vulgares y solitarios desertaron, ardí. Pero, ¡¿De qué hablamos?! Yo no ardo en el infierno, el tema no es arder, el tema ya no es verbo y en la sustancia que nos limita he encontrado la manera más propicia para salir... Contigo o sin ti.

Eras el recuerdo, quizá el poco afán de mantenerme despierta y si en el tiempo en que disolvimos todas las dudas creamos más preguntas, yo ya no sirvo para responder, me he dedicado a vivir y contemplar el cielo a la luz de mis ojos. Si te serví en algún momento, dudo poder hacerlo ahora.

Tiemblan mis temores, se derriten mis ganas, y ya en ese mar de insípidas soluciones he perdido el valor para ser lo mismo, ser la misma, da igual. Evapórame y piérdeme en tu interioridad, no me busques entremedio de ti porque estaré deambulando entre tu sonrisa y el más allá, no me pierdas en esa constancia dulce de tus sentidos, yo he de necesitar tu locura para seguir perdiéndome en tus entrañas, no me disculpes y no me pidas disculpas, al fin y al cabo, ambos sabíamos que estábamos hechos para este camino.

Cómeme sin permiso, toma mis manos y vuélvelas tuyas, si no pude ser yo, seremos tú entonces, no me pierdas en la distancia absurda del querer. Piérdeme en la búsqueda de tu persona, en el interior de tu interior, búscame si quieres, si lo necesitas, allá donde escondes tus sombras. Seré la pesadilla, seré el dolor. Seré tus defectos para que puedas disfrutar de tus virtudes, seré la más amplia brisa de toda tu obscuridad y si me buscas allá, en el rincón más lejano y obscuro de tu soledad, encuéntrame en la sabia palabra, en esa que solíamos pronunciar.

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