viernes, 8 de junio de 2012

Tú que siempre fuiste la razón suficiente.

Siempre pasó que estabas ahí sentado esperando por mí. El día que llegué no nos saludamos, creamos otro aura aunque no recuerdo por qué. Me senté a tu lado para respirar tu presencia, encendiste el televisor y apagaste mi vista.

Siempre pasó que estábamos ahí esperando por el otro. Cuando llegamos se acabó el tiempo, ya no éramos los mismos y el cariño comió la distancia, mas nuestros corazones seguían distantes. Era la costumbre, era la vida, era todo, aunque siendo sincera me costó un par de días darme cuenta.

Siempre pasó que estaba ahí esperando por ti. Llegaste a saludarme con tu risueña sonrisa, me hablaste tres segundos de ti para preguntarme por mí y no supe que decirte, lo sabías todo ya de mí como para seguir hablando, no teníamos qué decir. Al fin y al cabo sabíamos todo sin siquiera vernos, podría leerte y saber exactamente qué estás pensando, aunque debo admitir que ahora eso se tornó un poco complicado.

Siempre pasó que la vida estuvo esperando por nosotros. Cuando llegamos a vivirla nos olvidamos que siempre nos gustó llevar la contraria y ella no podía ser excepción. Existíamos gracias a la nada, a nosotros mismos y no pude olvidar, no pude recordarte que te necesitaba a tal punto que debía tenerte lejos para ser los mismos, para no olvidarnos, para querernos.

No hay comentarios: