sábado, 28 de mayo de 2011

Diario de alguien que no soy.

Siempre creí que cuando uno empezaba una relación estaría toda la vida con esa persona. Que la felicidad se acostumbraría a los cuerpos y no éstos a ella. Creí, casi por milagro, que el daño era efímero, que se sentenciaba de las acciones, mas entendí con el tiempo que las palabras duelen más. Se suponía que siguiera independiente de todo lo que podría pasar y me aburrí. Me aburrí de encarar siempre la misma verdad, de entender ésta como la única solución del problema. Creía que el amor lo soportaba todo, incluso las distancias.


¿Quién me hará feliz si no es él?, ¿Con qué silueta dormiré en las noches si no es la suya?, ¿A qué tengo que atribuírle la falta de amor? Todo cambió y yo dejé que sucediese. No hice nada para soportar más, dejé que el amor hiciera por mí todo lo que temía, no me hice cargo y a falta de amor, falté yo y tú no dudaste, faltaste igual.


Un día simulaba alegrarme y todo parecía estar al revés. Si digo que puedo seguir igual sin ti, miento. No es lo mismo, algo que falta, algo no está, algo prefirió no seguir en mi vida y aunque siga no siento su presencia.


Pareciera que fuesen años sin él, que su cuerpo no aparece en la realidad, pero en los sueños se hace personaje principal. Hay algo que no me gusta, lo contemplo siempre, su figura se acuesta con otra y logra olvidarme. Se acabó el amor, se acabó un nosotros. Él no vuelve.

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