No hay palabras en tu invierno
ni en tus ojos cerrados.
No hay vista panorámica
ni labios besados.
La oscuridad se apodera de tu nombre,
de la dulzura que no tienes y no tendrás.
La mente llega a persuadir tu encanto,
lo toma y lo arrebata de tu rostro.
Tú cuerpo se ha convertido en palidez,
en la sonrisa que ya no sonríe
y en los pies carcomidos por la emoción.
Tú cuerpo no resiste ya colores,
ni los sentimiento de quien se encuentra a tu lado,
la oscuridad se hizo parte de tu encanto
y de la agonía que aún te pertenece.
viernes, 2 de enero de 2009
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