Alimenta el sentido de la generosidad,
la palabra unida a la perfecta imperfección.
Inspirados por la vida en su totalidad
y el reencuentro tonto de la emoción.
Riendo por reír
y sonreír sin sentir,
el miedo a hablar
y seguir siendo azotado.
No vale pedir perdón,
vale saber perdonar.
Vale el hecho de saber
y de encontrar la palabra
que cabe en el sentido humano.
Somos iluminados por el don
por la gran oración.
y ¿De qué vale la oración
si no entendemos la razón?
sábado, 28 de marzo de 2009
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