sábado, 28 de noviembre de 2009

3001.-

Estábamos sentados
acariciando el polvo esparcido
que rebota en el aire
y luego pertenece al olvido.

Nos paramos un momento
rozando nuestros secos labios
teniendo remordimiento en la saliva
queriendo desear aquello que no podemos tocar.

Toqué tus temblorosas manos
que de lejos hablaban de miedo
entonces fue allí donde traté de tranquilizar
la paciencia que me has enseñado a prestar.

Acercaste tu rostro
quisiste mencionar sílabas en mi oído
pero el frío jugó en contra
y no hay momento en que no desee
haber reposado en tu hombro.

No hay comentarios: