lunes, 20 de diciembre de 2010

20.12

Escuché a Fito Paez en la radio, deambulé tres segundos hacia la pared y suavicé la caída de mi cuerpo al suelo. El frío inquietante sobrepasó mi piel, rebalsó todo el encanto que quería botar, me quedé tranquila por varios minutos mas no pude dejar de recordar.

El tiempo continuaba su duro andar y el témpano de hielo se asomaba en el crudo hilo de agua que caía del techo. Pensé en saltar e irme, pero el frío tenía una cierta magia, algo que no me dejaba ir. Pero con el tiempo me fui.

Escuché a Fito Paez otra vez y me desenvolví en su canto, en las letras inentendibles y el sonido absurdo del viento quien habla y habla, jamás dice nada.

Me senté frente al árbol de Navidad y le soñé, le mentí un poco a mi realidad. A los minutos volví, de nuevo a caminar.

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