martes, 28 de diciembre de 2010

Pequeña sinfonía.

Dije basta. No consideré salidas. Ahuyenté risas.

De a poco morí.

¿Qué crees que estoy haciendo? Yo no he de creer nada, ya no pienso, ya no siento. Ya no encuentro dulces encantos en mi alma. Cada vez que abro la boca las palabras escapan. ¡Hasta ellas me temen!, ¡Qué locura más intrascendente!

No hay refugio, no hay camino. La gracia de contribuir a la historia propia no está hecha de singularidades ni pluralismos. Ya se me acabó la paciencia, ya se esfumó el respeto.

Las ideas sobraron, la miseria era equívoca. ¡Qué hace la misera en mi cuento de hadas!

Se me olvidó entender que ya no era cuento.

No de hadas.

y así de especial, así de distinta, así de extraña, así de tonta.

Sonreí.

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