martes, 16 de agosto de 2011

Querida Vida:

El destino se traga mi ironía, hace lo que quiere cuando quiere. Creo que así funciona, pero no puedo creer en él.

El viento corre alrededor de mis ojos, disimula entendimiento y me vuelve a correr el pelo por toda mi espalda. Cabe destacar que el destino sigue simulando apariencias en mi vida, pareciera que el no creer en su existencia lo hace más cercano, más vivo, más eterno. Me come.

Camino por las mismas calles casi todos los días y me cansa el pensamiento, se me agotan las ganas y quedo en la misma esperanza. Vivir es casi morir, morir es casi vivir. Aún así prefiero el primer término. Es constante, casi perfecto, un poco monótono, pero ileso.

El aroma de la mañana me recuerda que hay que avanzar, el día es demasiado largo, hay que aprovechar el poco silencio de las estrellas y la ilusa mirada de las nubes. No hay un día como hoy, no habrán días como mañana.

Construí una distancia para sentirme libre, y soy más libre que ayer sin distancia. Me aborda el destino como si fuese parte él, ¿Cuánto más debo correr? Yo no creo, pero aún así hablo. Es impreciso, incierto, incoherente, inapropiado.

No me consta, no me consta, me llena.

Todo el mundo le sigue los pasos y yo solo vivo. ¿Quién quiere vivir para siempre? Con vivir basta y sobra, la eternidad dejémosla para los Dioses.

La de siempre y para siempre...

LiteraturaNegra

No hay comentarios: