Gracias a ti, gracias a todo: Necesité de regaños, de palabras duras para despertar mi alma y te quiero tanto y aún así no logro extrañarte.
Cariños inertes, movimientos frágiles. Cerré un poco mis ojos y no vi luz en el umbral absurdo de nuestra soledad; la soledad quiso huir y no la asujeté a mis pies. ¡Qué haga lo que quiera!
¿Qué quiero yo?
Un poco de silencio, por favor.
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