Llegó sin dar noticia
pero, esperó el momento justo.
Amaneció y cayó la fugaz estrella
creí que al pedir deseos se me
iluminaría el rostro, en cambió
mi vida cobró luz.
Me esmeré por tener algo que desear
y terminé deseándote a ti cielo gris.
Terminé en tu almohada apoyada
y en tus sábanas abrigada.
¡Eres mi todo!
y constituiste mi nada.
Aparecimos aferrada a nuestra gloria
y sin penas sabemos callar.
Eres quién me mantiene viva
quien susurrante me hace hablar.
Allá, en aquél pueblo lejano
nos conocimos, nos saludamos
y aferramos nuestra vida a la
inmensidad del otro vivir.
2764.-
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