lunes, 5 de diciembre de 2011

Nunca fui tan directa.

Quise desaparecer y me encontré con tu silueta, un tanto malgastada, pero allí estaba rozándome el brazo sin decir nada. Dije basta, no continuaste.


Tu recuerdo aparece como esos suspiros mal logrados, un poco borroso para mantenerse firme. Mas no necesito tu figura para recordarte, pero si me preguntas si la necesito en estos instantes cambiaría un poco la respuesta y dejaría de ser yo misma. No necesitamos más reglas en este juego (que por cierto, creí que ganaría)


Tus palabras vienen como estacas, esas puntadas que no puedo quitar de mí y que siguen mal tratando mi interior de puro gusto. Si yo me fui para dejarte, ¿Por qué no te has ido? Y entendí que había algo más de por medio. ¡No! No lo entendí, creé una teoría para sentirme ilesa y me constate de varias lesiones, de un centenar con tu nombre.


- y te perdí.


(Hubo mucho gente en ese lugar, pero discúlpame ¿Era tan difícil obviarlas? Que el todo no era yo, la nada era yo y ¿Dónde estaba?, ¿Qué lugar de tu vida me pertenecía a mí? El silencio no sollozó, pero tú preferiste callar todo y me precipité)


Todo el tiempo perdido, los millones de te quiero, los saludos sin respuesta, todo lo que hice, y todo lo que aún hago para verte feliz. ¿Necesitas un poco más de mí? Lo tuviste todo, de mis dulces consejos a mi amarga personalidad, de mis intentos por ser madre a mi poca capacidad de pensar, tuviste hasta mi debilidad.


- y no dormí.


Lloró el día. Me sentí como nunca; idiota, malgastada, fea, sucia, pequeña, errónea, débil. ¡Agh, sabes que odio sentirme débil! Por ti lo sentía todo, terminé sintiendo nada.


Era el lugar equivocado para mirarte y ver como le sonreías a todo el mundo y yo de lejos repetía tu nombre. Era el lugar equivocado para pensarte y escuchar como alabas a todo el mundo menos a mi nombre. Era el lugar equivocado para hacer presencia y darme cuenta que no me notas. Era el lugar equivocado para conocerte y saber que a fin de cuentas nunca hubo final.


- Feliz.


Quería desaparecer, pero me ganaste. Me encogí entre los lazos que formamos, ¡Sí, que formamos! ¿En dónde estás, a qué parte del mundo te fuiste? Dime si hay algo, no me busques más por qués.


¡Eras mucho más que todos!, por lo menos para mí. Y en ese momento aparecen todas las muecas, los silencios irrumpidos, las molestias sin paciencia, los reclamos que me guardé, las palabras que no supe pronunciar, y esos putos etcéteras. ¡Ah! se me olvidó el adiós, que tú pronuncias muy bien.


- yo no sé despedirme de ti. Lo intenté dos años, mírame ¡Sigo aquí!


¿Dónde estás tú? Ofreciendo lugar a todo el mundo.


- yo nunca fui el mundo.


Nunca cambiaste de opinión por mí, no fui ninguna razón en tu vida. Fui fugaz e ínfima, ahora que todo está como está realmente comprendo que nunca tuvo sentido nada. Me calcomí como si fuera piedra, me infesté con toda tu frialdad, pero hubo una diferencia, mas me sentí igual de idiota que siempre.


Tu recuerdo llegó a mí hoy como todos los días, pronuncié tu nombre en mi mente por milésima vez, estaba descalza en lo poco y nada que me queda de memoria, tú estás en todas debatiéndote, complicándome, haciéndome feliz. Y en cada detalle que me inunda sigues siendo lo mismo de siempre. Para mí no has cambiado, aunque socialmente no te conozco.


Si te digo que recordar es volver a vivir, ¿Me encontrarías en tus recuerdos?


Sigo siendo la misma mierda que pisa tu zapato.

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