martes, 20 de diciembre de 2011

Querida Vida:

En el último mes del año he sentido los finales a los que me creía preparada, pero fueron mucho más sentimentales que eso, fue como despegarme de un pedazo de mi misma, fue como envolver los momentos en un espacio en mi memoria y seguir como si eso no doliese, como si no alegrase haber vivido todo lo que viví.

La vida supone un propósito, propósito que no quiero descubrir, vivir buscando algo en vez de disfrutar aquellas cosas que nacen de la nada es perder tiempo, a mí no me gusta perder tiempo. Y es difícil descifrar y explicar aquellas cosas que hacen de uno un buen recuerdo, aquellos momentos que grabas por inercia y que simplifican en otras palabras tus años. Me sienta incómodo despedirme.

Pertenezco a ese tipo de gente que no quiere pertenecer a las cosas, pero a la vez me aferro demasiado a la sustancia y tengo miedo. Me asusto y grito luego, pero hay una necesidad de seguir mientras la otra te engancha a quedarte y el tiempo sigue y no me espera.

Comprendí que hay cosas que hay que dejar ir, que las etapas son una parte de nuestras vidas, pero son una parte y no el todo... yo no estoy acostumbrada a vivir en el todo, y por más que queramos aferrarnos a la linda compañia que tenemos, existe un universo distinto e inaudito, aunque no quiera darle la bienvenida, sé a resumidas cuentas que terminaré haciendo de esto un recuerdo más, pero recuerde usted también que ha vivido haciéndome despedir de aquello que no quiero y aún así volvemos a lo mismo.

Sin despedidas ni finales, la de siempre y para siempre...

LiteraturaNegra

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